Deuda
Cuando las hojas se rompen
y las líneas que narran en ella,
se tuercen como alas de mariposa
que en el barro se encaja.
Cada mañana
y en cada tarde especial,
muy especial,
la serpiente recorre su camino trazado,
y a su lado va el sol
¿Quién volverá leer esa escritura?
Tal vez nadie se interese
ni comprenda lo que hay en ella,
solo el latir del corazón importa
y no se dan cuenta que sus cabellos se incendian.
La historia nos cuenta
y la era de hielo terminó según ellos,
pero los pedazos caen
como hojas de otoño,
dejando nostalgia en las calles,
aplastando la raíz.
Ya nadie se pone plumas en los brazos para volar,
pero aun siguen tragándose los corazones,
ya no se disfrazan para luchar,
sino para matar,
y nuestro significado casi ya no es,
pero la buena noticia es, que casi salimos de la cueva,
nos llevarán donde la luz se compre.
Como buenos inquilinos, seremos pésimos clientes
con grandes sacrificios que no se tiene porqué lamentar.
La tierra aguanta,
ya nadie respeta un relámpago,
ni el tiempo pasado,
pero en un buen día
dejaron libres a los demonios,
y dejaron vender nuestras vidas
sin tocarse el corazón,
y cualquier hambriento sabe que
debe protegerse de laburla,
aunque no sea su primogénita preocupación,
y aun así seguimos pegando las hojas rotas.
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